miércoles, 8 de noviembre de 2017

El gato de alguien más

Yo estaba sentado esa tarde, el sol estaba apunto de ocultarse, y aún seguía esperándote, esperando que aparecieras por aquel camino, aquel camino que solíamos caminar juntos hace ya tiempo.
Esperé a que volvieras por tu cuenta, esperé a que las cosas volvieran a ser como antes, pero, mi esperanza se escapó igual que las aves cuando se les presenta la posibilidad de escapar de sus jaulas. Mi vida es toda gris, desde que ya no me preocupo por nada, desde que ya no me emociono por nada, es muy tranquilo cuando todo lo miras de esa manera. La monotonía deja de importarte, la rutina es tu mejor amiga, no hay mucho que pensar... ni mucho que decir.
Ya había oscurecido y tu no estabas ahí, suspiré con la poca cordura que me quedaba, cerré los ojos y en el fondo esperaba que al abrirlos estuvieras ahí sonriendo como solías hacerlo. Ya no quedaba más por hacer, no podía quejarme, estaba resignado... había perdido mi fe.
La vida era más fácil cuando tenía fe, eso lo sabía muy bien, es más amarga la soledad cuando tu locura te invade y empiezas a vivir una pesadilla día tras día, esperando que después de todo lo que paso los días que vengan sean más tranquilos, no hay mucho que explicar para estas ocasiones, somos esclavos de nuestras palabras y responsables de nuestros actos. Nada podrá superar los buenos viejos tiempos, donde nada parecía importar, y los problemas podían solucionarse fácilmente, pero la sangre siempre es más espesa que tus lágrimas.
Esa noche no me moví de ese lugar, te esperé mucho tiempo. Llegó la medianoche, la ciudad estaba quieta, no se oía ni un solo ruido en las cercanías, y ahí estaba yo, triste y arrepentido. El frío de la noche se empezó a sentir, sabía que tenía que irme de ahí, sentí como todo se volvía más sombrío, y me percate de que esa noche no me encontraba solo, ahí estaba de frente, mirándome, con sus dos ojos clavados en mi mirada, no movía ni un solo musculo, me veía fijamente... Era solo un gato, un gato que me acompaño toda esa tarde, y yo no lo note. Un gato que estuvo ahí para mi todo este tiempo, un simple gato... y es curioso que mientras nos preocupamos por cosas que consideramos de mucha importancia es cuando empezamos a ignorar esos pequeños detalles que son los que verdaderamente valen la pena, esos que te sacan una sonrisa, esos que te alegran el día y que llegan a impresionarte.
En ese momento lo comprendí, yo era para ella ese gato que esta ahí para ti, pero nunca te das cuenta de que está. Y logré darme cuenta de que solo soy un gato solitario, que te busca por las noches, y que nunca podrá encontrarte.

domingo, 28 de mayo de 2017

Cuando el infierno se vuelve mio

Es fácil quejarse de la vida, es muy sencillo hacerse la victima, la vida está en mi contra, pero hoy desearía no tener vida, una cerveza en la repisa por cada año, más una extra para la buena suerte, así era yo mismo, para pasar el rato, encerrado en mi sala, viendo televisión, con el celular sin pendiente, han pasado años sin realmente tener una llamada importante.

Y pasa, el celular se vuelve crítico, y no hay como librarse, más qué con la verdad, y es cuando el infierno se vuelve propio, una lluvia de fuego me cubre, para recordarme, que no siempre lo que necesitas; vuelve todo más fácil.

viernes, 28 de abril de 2017

Si pudiera no pensarlo dos veces

Lo habría intentado, de no ser porque ya lo había intentado una vez, pero está bien, ya no tiene sentido sentarse y preguntarse porque, porque ya has de saberlo ahora, no lo pienses dos veces, mira a tu ventana y ya no estaré, tu eres la razón por la cual sigo viajando, pero no lo pienses dos veces, está bien, no hay razón para que enciendas tu luz, la luz que nunca conocí, estoy en el lado oscuro del camino, pero yo desearía que hubiera algo que yo pudiera hacer o decir, para intentarlo y hacerme cambiar mi mente para quedarme, nosotros nunca supimos mucho sobre hablar al respecto, de todos modos, no lo pienses dos veces, está bien, no hay motivo de mencionar mi nombre, como nunca lo hiciste antes, no hay motivo para llamarme por mi nombre, ya no puedo escucharte de todas formas, yo estoy pensando y preguntándome, caminando por el camino, yo una vez amé a una mujer, el chico que yo era dijo: "Le entregué mi corazón pero ella quería mi alma", pero no lo pienses dos veces, todo está bien, hasta luego querida, donde me quedaré, no lo sé, adiós es una muy buena palabra, pero solo diré hasta la próxima, yo no estoy diciendo que me trataste mal, tu pudiste haberlo hecho mejor, pero no importa, tu solo gastaste mi valioso tiempo, pero no lo pienses dos veces, todo está bien.

sábado, 1 de abril de 2017

El infierno, entre el colchón y la comoda

Habían pasado ya un par de años desde que te fuiste, y todo seguía su camino, logré que me despidieran de más de siete trabajos, de los cuales era imposible ser despedido, cartero, contratista, carguero, paquetero, chófer, almacenista, y la lista sigue, fracaso tras fracaso.

Ese no era yo, buscando matar el tiempo, digo obtenía el dinero para comer y vivir, pero poco más, estaba demasiado disperso, no lograba sacarme de la mente tus últimas palabras, "Eres un imbécil". Pero lo que no puedo dejar de pensar, es el llegar a casa, el beso en la frente y esperar la cena, ¡Dios! sin la rutina yo no soy nadie.

Estaba descuidandome, la barba crecía, al igual que el cabello, si lograba recordarlo; me cortaba las uñas. Era un desastre, en ese momento solo pensaba una y otra vez "No puede vivir enojada para siempre", pero la verdad era esa, tu ibas a vivir enojada para siempre, y yo iba a vivir esperando que me perdonarás sin pedírtelo, pero no iba a pasar.

Y ahí estaba yo, recostado sobre el colchón, sin sabanas ni fundas, todo era un desastre. Las cortinas estaban cerradas, no entraba la luz exterior, y el ventilador estaba encendido, con su tambaleo ruidoso, el cual te había prometido arreglar, pero nunca lo hice. Pasaron tres días y dos noches, en las cuales solo me levante para comer, mear y defecar. La tercer noche decidí bañarme, tal, era domingo, y a la mañana siguiente tenía que ir a buscar trabajo, ahí fue cuando escuché la puerta abriéndose, esperé un momento y pensé si era una mala broma, nadie tenía llaves, más que tú, pero era imposible que fueras tú, no ibas a volver.

Pero así fue, volviste y yo pude sonreír, porque llegaste con un par de cervezas, y la cena, ese día fue mi día de suerte.

viernes, 31 de marzo de 2017

The Cat Who Lived a Million Times

During the last episode of Cowboy Bebop, Spike tells a short story about a cat. This is the whole version of that story. I came across it completely by accident, my unoffical Japanese tutor appointing it to me as translation homework. A sort of Japanese fable-slash-children's story (lordy the stories we tell kids!), it was written in 1977 by Sano Yoko. Like all fables, there's a moral buried in here. See if you can find it.

The Cat Who Lived a Million Times
Once, there was a cat who lived for a million years.
He died a million times. He lived a million times.
He was truly a splendid tabby-cat.
A million people loved him,
   and a million people cried when he died.
But never once did the cat cry.
Once, the cat belonged to a King.
The cat really hated the King.
The King was good at war, so the King always went to war.
He always put the cat into a splendid cage and took him along.
One day, a stray arrow hit the cat and he died.
Right in the middle of battle, the King held the cat
   and cried.
The King quit the war and went home to his castle.
He buried the cat in the castle's garden.
Once, the cat belonged to a seaman.
The cat really hated the sea.
The seaman took the cat across all the world's seas, and all the world's bays.
One day, the cat fell out of the boat.
The cat could not swim.
The seaman quickly caught the cat in a net and pulled him back onto the boat.
But the cat was soaked through. He got sick and died.
The seaman hugged the cat, who now looked like a wet rag,
   and cried loudly.
He buried the cat beneath a tree in the park of a faraway bayside town.
Once, the cat was a circus magician's cat.
The cat really hated the circus.
Every day, the magician would put the cat into a little box,
   and then saw the box right in half.
He would pull the balled-up cat out of the box,
   and the crowd would clap and cheer.
One day, the magician made a mistake, and really did saw the cat right in half.
The magician held the two pieces of the cat, one dangling from each hand,
   and cried loudly.
No one clapped or cheered.
He buried the cat beneath the circus's biggest tent.
Once, the cat was a thief's cat.
The cat really, really hated thievery.
The thief would always take the cat into towns at night,
   quietly sneaking like a cat down the dark alleys.
The thief would only break into houses that had dogs.
While the dog barked at the cat, he would go break into the safe.
One day, the cat was bitten by a dog, and died.
The thief hugged the cat and a stolen diamond, walking down the alleys
   and crying loudly.
He went home and buried the cat in his small yard.
Once, the cat was a lonely old widow's cat.
The cat really, really hated the lonely old widow.
Every day, the widow would hold the cat in her lap
   and stare out a little first-floor window.
The cat would sit in the widow's lap all day, and nap.
In due time, the cat grew old, and died.
The decrepit old widow held the decrepit old cat,
   and cried all day.
She buried the cat underneath the a tree in her garden.
Once, the cat was a little girl's cat.
The cat really, really hated children.
The girl would make the cat ride piggy-back,
   or sleep holding him too tight.
When the girl cried, she would wipe her tears off on the cat's back.
One day, the girl made the cat ride piggy-back
   by tying a string around his neck. The cat died.
The girl hugged the wobbly-necked cat,
   and cried all day.
She buried the cat underneath a tree in her garden.
The cat didn't really mind dying.
Once, the cat was nobody's cat.
He was a wild cat.
For the first time the cat was his own cat.
The cat really, really liked himself.
For you know, he was a truly splendid tabby cat,
So of course he made a truly splendid wild cat.
Every girl cat wanted to be the cat's wife.
Some brought him big fish as presents.
Some brought him the best mice as presents.
Some brought him presents from unusual journeys.
Some said he was greater than the greatest of tigers.
The cat said: "I've died a million times. After so long a time, this is amusing!"
The cat liked himself better than anyone else.
There was only one cat who never looked his way.
She was a beautiful white cat.
The cat would go up to her and say: "I've died a million times!"
"Oh." is all the white cat would say.
The cat was a little angry, for you know he liked himself better than anyone else.
The next day and the next, the cat would go up to the white cat and say:
"You'll probably only live once, you know."
"Oh." is all the white cat would say.
One day, the cat stood in front of the white cat
and turned three summersaults in a row.
He said: "Once, I was a circus cat, you know."
"Oh." is all the white cat would say.
"You know, I've died a…" the cat started to say, then:
"Do you mind if I stay with you?" he asked the white cat.
"No," she said.
From then on, the cat was always with the white cat.
The white cat had many, many cute little kittens.
The cat no longer said "You know, I've …"
The cat came to like the white cat and all her little kittens
   more than he liked himself.
In due time, all the little kittens grew up,
   and went their separate ways.
"They all became splendid wild cats, didn't they."
   the cat said with satisfaction.
"Yes." the white cat said, purring softly.
The white cat grown a little old.
The cat purred even more softly.
He wanted to live together always with the white cat.
One day, the white cat laid beside the cat, and quietly stopped moving.
The cat cried for the first time ever,
   all day and all night.
All day and all night, he cried a million million tears.
Day and night, day and night the cat cried,
   until one day, when the sun was high and bright, he stopped.
Lying beside the white cat, he quietly stopped moving.
The cat was never, ever born again.

The end.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Instinto

La niebla me ha ayudado mantenerme alerta, la falta de aire y el frío me ponen al límite siempre, es casi imposible hacer una fogata con la leña por la humedad, la bruma está por todos lados. De todo lo que me ha pasado aquí hay algo que nunca voy a olvidar: El enfrentamiento contra las bestias. Una era inmensa, grotesca y torpe, la otra más pequeña, fina y escurridiza, ambas eran feroces y temibles, se complementaban como si la cacería hubiera sido inventada por ellas dos, una no es una sin la otra. La forma en la que se movían parecieran como si fueran una misma bestia, acechando a la presa, jugando con ella, probando su capacidad y dejando que el miedo se expanda en la atmósfera. Y ahí estaba yo frente a la bestia, eran una misma, ellas se alimentaban de este ritual, una sincronización perfecta.

Nunca fui bueno en la cacería, tampoco en el mano a mano, ya había peleado antes, un par de veces, un par de moretones y rasguños, labios rotos y ojos morados, alguna vez una o dos costillas, nada que el tiempo no curara, pero siempre salía bien parado. Nunca estuve realmente seguro de que era lo que hacía bien o mal al momento de pelear, puede ser que mis ganas de vencer o las de no salir herido, podría ser cualquiera. Pero ahí estaba yo, parado en medio de la niebla con las dos bestias acechando, danzando a mi alrededor, esperando la oportunidad, mi descuido; y ocurrió.

La más pequeña se lanzó contra mi brazo derecho, mi reflejo fue subir la guarda del brazo derecho, y la mordida acertó, justo en el antebrazo, muy cerca de la muñeca, se prendió de él, y con sus garras desgarraba parte de mi codo, la sangre empezó a brotar sin control debido a la adrenalina y el miedo que sentía. Aunque estaba aferrada a mi brazo, le golpeé el hocico incontables veces hasta que me soltó, dio un salto hacía atrás y luego hacia un lateral para volver a colocarse en posición de acecho; pero yo no veía a la bestia grande. La había perdido de vista y no podía ser posible, era demasiado grande como para perderle de vista, fue cuando intenté dar un paso atrás y para mi sorpresa sentí la nariz húmeda de la bestia grande, una respiración forzada y a la vez exaltada, era su momento de dar el golpe contundente, sentí su garra atravesar mi espalda, gran parte de ella, seguida de una embestida. Cayó sobre mi, segregando saliva, una muy espesa, relamiendo sus dientes, saboreando la sangre de mi brazo. Ahí estaba yo, apunto de morir, lleno de miedo, no había nada que pudiera hacer, estaba acabado, el miedo era lo único que tenía, el tiempo corría lento, y no era mi vida la que pasaba frente a mis ojos, sino que veía imágenes de las bestias, una y otra vez, pero en lugares en los que nunca las había visto, innumerables momentos, ellas estaban ahí, aquí fue donde me pregunté ¿Será acaso que me estaban acechando desde hace tiempo? ¿Podría ser esto posible?. No podía comprenderlo, sentía miedo, resignación, impotencia, sentía dolor... Un momento, ¿Dolor? ¿Realmente sentía dolor? ¿Pueden comprender el significado del dolor? El dolor significa que estas vivo, si sientes dolor es porque estas vivo, eso pensé, estoy vivo.

Lo demás fue poca cosa,girar y zafarse de la bestia grande. Cuando lo logré la pequeña arremetió a toda velocidad contra mi, estando aún en el suelo se me dificultó el ponerme de pie, pero lo logré, me eché hacía un lado y logré esquivar a la pequeña, la grande volvió para embestir y la embestí con todas mis fuerzas, en el forcejeo logre sostenerla del cuello, montándola al final, la pequeña se detuvo. Ambas sabían que lo estaba intentando, aún si tener oportunidad alguna, no me había rendido.

Entrañar, extrañar

Era verdad, ellos me lo dijeron, ya no la vería más. 

Habían pasado un par de semanas, quizás más del mes, yo había asumido que verla con frecuencia era algo común, y nunca me preocupe demasiado, verla en su momento y a deshoras, hablar poco y hacer como que no es la gran cosa. Pero todos me mencionaban que ella ya no estaba, y de pronto me di cuenta, que realmente no recordaba la última vez que la vi, traté de buscarla y no logre nada, no había señales de ella, le llamé y no me atreví a preguntarle, una charla corta y eso fue todo.

Pero hoy la vi, y al fin pude ponerme al día, ambos habíamos logrado alcanzar nuestras metas y propósitos de a poco, ella sonreía, no por estar feliz de verme, sino de que al fin, podía verme como un igual, yendo con más seriedad, cuidándome, con las ideas claras. Al fin pudo sacarse la preocupación de encima, su trabajo estaba hecho, ahí estaba yo parado escuchándola hablar, en el fondo no trataba de mi, si no de lo que ella era capaz de lograr.

Hoy fue un buen día, todo tiene sentido.

martes, 21 de febrero de 2017

Madurando

Dormir de día vivir de noche, sentir la luna cantar de alegría concebir la idea del derroche de la locura; dulce y sombría Casarse con la idea de crecer, crecer y madurar en este mundo, este mundo de los que creen merecer la felicidad más allá de lo absurdo Madurar para tomar el día a día con responsabilidad Para sentar cabeza, y encontrar una buena rutina dejando de lado todo por obtener una formalidad y así aprender a vivir como un hombre, de por vida.

El toque de Midas

El llegar a comprender lo grandioso que es la vida, las personas, los animales, los insectos incluso las plantas y varios microorganismos, todo ellos están vivos y todos son tan delicados... Existe un orden natural, todo es uno, uno es todo, la supervivencia del más apto, ¿No es así?

Pero yo no lo comprendo, heridos de muerte desde que nacemos, y muy así, que cualquiera puede acabar con la vida de otro ser vivo. Y ahí estaba yo, bajo la fría noche, viendo como su mirada moría, viéndome fijamente, con el toque de Midas, muchos se lo hubieran lamentado, pero yo no, en el fondo, lo disfrutaba.

sábado, 11 de febrero de 2017

Desde que te fuiste

He contado los días desde que te fuiste, el cambio fue tan repentino que lo negué; tarde siete días para darme cuenta que el daño era irreversible... Supuse que sería algo pasajero, que iba a ser algo de tira y afloja, pero cada día iba perdiendo la esperanza.

Al principio nadie hablaba de ello, incluso ahora todavía no lo hacen, solo hay una persona que pregunta siempre por ti, y yo siempre digo que vendrás la próxima vez, nadie puede imaginarme a mi sin ti detrás mío, uno no es uno sin el otro.

Volviendo a la esperanza, que era lo único que tenía en la cabeza, ahora solo tengo resignación, voy comprendiendo mi nueva realidad, ya no me volverás a felicitar por mi trabajo a cada medio día, pensaré en que no vale la pena esforzarme, pero la verdad es que es lo único que me queda, pensar que todo sigue igual.

La tristeza de no poder hacer ni la mitad de lo que tu hacías, eso es lo que me tiene abajo, como sierra cortando el árbol desde abajo, de un tajo sin problemas, no hay un reemplazo, la moral esta baja.

Silvio escribió en su canción 'Mariposa': "Hoy vuelve a ser como la cuarta vez que espero, desde que sé que no vendrás más nunca..." y no puedo evitar esperar que cambies de opinión, de poder inferir un poco en tu inclusión de nuevo, pero nadie escarmienta en cabeza ajena, se respetan las decisiones.

Y hoy, después de todo este tiempo, extraño tu voz llamándome por ayuda.

lunes, 30 de enero de 2017

Enfermar

Estar enfermo es estar jodido, es como cuando se enciende la luz del motor del auto, sabes que algo anda mal y hay que arreglarlo, ojalá todo fuera así de sencillo.

Si mi vida tuviera una luz que indicará que algo anda mal, está nunca encendería, de entrada estaría fundida, y aunque pudiera considerarme hábil reparando cosas no lo lograría, nunca puedo arreglar lo que compete con mi integridad y mi persona.

Te muele, te roba energía y sirve como recordatorio, que ya viene siendo el momento de ser más cuidadoso y prestar atención, si tan solo prestará atención, me evitaría muchos problemas. Nunca sé que decir, las preguntas son como estocadas, trato de esquivarlas, pero siempre acierta alguna, y termino por desangrarme de a poco.

La niebla vuelve

Despertar de un salto, con la respiración forzada, sofocado por la bruma, tan espesa como la recordaba, y la recordaba con su cabello largo, sentada en un banquillo mirandome fijamente, podía sentirlo, estaba enojada, tanto que yo sabía que lo que seguía no iba a ser nada bueno. Tome un segundo, me repuse, volví en mi y me senté a un lado de la cama, mirandola, esperando que ella hablara, pero no lo iba a hacer, me puse mis zapatos y me dirigí a la cocina para buscar algo de beber.

Al volver a la habitación ahí estaba ella, en bragas, su cabello desaliñado y aún enojada, le acerqué el vaso de agua y ella dio un sorbo, lo dejo y por fin comenzó a hablar:
-Eres un imbécil, no lo olvides.
-Vamos, no puedes estar enojada para siempre.
-Tú crees que puedes ir por la vida como si nada pasara, ¿no?.
-Tú sabes que no puedo evitarlo, dejo que las cosas sucedan.
-Entonces, deja que me vaya, no puedo seguir contigo.
-No te puedo obligar, ¿Sabes?
-Eres un imbécil.
-Supongo que eso es todo.
Y así es como terminó todo esa noche, ella volvió a la cama, pero esta vez fui yo quien se sento en el banquillo, y me quedé viendola mientras dormía.

En mi vida volvería a ver un culo así, ni tampoco su espalda, tampoco un cabello tan largo y oscuro, tan libre y profundo, la mirada penetrante. Eras una fiel compañera, pero yo era el mejor en la rutina, llegar a casa, un beso en la frente y esperar la cena, cuando me pedías algo; te lo daba, no pensaba mucho en ti, yo aseguraba que no era necesario, puesto que rara vez había problemas, en el fondo me gustaba no hablar, solo sentarnos después de un largo día de trabajo, recostar nuestras cabezas uno sobre el otro, y suspirar. El alcohol nunca nos ayudo, siempre estaba demasiado borracho como para decirte que te amaba, siempre en el momento perfecto, yo no estaba completo. Pero la verdad es que estaba enamorado, como la primera vez.

Ese fue el último día que la vi, y hoy es difícil pensar en ti.

domingo, 29 de enero de 2017

Llamado a la desesperación...

A veces no siempre podía ir a visitarla, y tenía que llamar, tal vez hoy día muchos no consideren un impedimento el hecho de hacer una llamada, están acostumbrados a hacerlas todo el tiempo, crecieron en una época en la que si quieres localizar a alguien solo lo llamas por celular y lo encuentras donde sea, pero para mi siempre ha sido diferente. Nunca soporte hablar por teléfono, para los que conocen un poco de telecomunicaciones, entenderán que algunas personas por el rango de frecuencia de su voz; las líneas telefónicas distorsionan la voz y hacen que se escuche una voz casi sintética, sin sentimientos y es difícil entenderla, fría y áspera, y bien ese era mi caso, hablando de la telefonía de hace un par de años, hoy día esto ya no pasa...

Pero no era solo eso, sino el hecho de tener que llamarla, escuchar cada timbre, esperando que ella estuviera en casa y contestara, cada timbre que sonaba era más triste que el anterior, eterno, y que nunca contestará... Volvía a llamar, con temor, y nunca contestaba, y ahí estaba yo con el teléfono de la casa sobre el pecho, tumbado en el suelo, deshecho.

A la luz de la oscuridad de una noche de derrota, no quedaba nada más, solo escuchar el timbre sonar cientos de veces.

martes, 24 de enero de 2017

Waltz for zizi

Waltz for zizi

Esta canción siempre me ha gustado mucho, saco la primer parte en la guitarra, y para quienes han visto Cowboy Bebop sabrán de la calidad del soundtrack de la serie.

A veces hay que volver a lo básico.

miércoles, 11 de enero de 2017

Escribicionamiento, it's too hard bro.

Siempre tengo problemas al escribir. No puedo explicar el motivo; pero tiendo a perder mucho tiempo pensando en un titulo adecuado, el cual debe ser coherente y sobretodo, capaz de captar mi atención, si no lo logro, no escribo.

Era todo lo que tenía que decir.