miércoles, 10 de febrero de 2016

Baldosas

Las mujeres son como las baldosas del baño,
cuadradas y frías; la mayoría del tiempo
y por más que te gusten al principio terminas aborreciéndolas,
tanto que el simple hecho de verlas todos los días te enferma,
te enferma al afeitarte, al ducharte, incluso al mear
todas las mujeres que alguna vez tuviste están plasmadas en esa pared
cuando te vas; alguien más llega,
primero las contempla, luego se adueña de ellas,
las más sumisas fueron cortadas para cubrir las orillas y los huecos,
las más independientes quedaron más a la vista
siempre buscando resaltar entre una multitud de mujeres,
solo para llamar la atención cuando están frente a los hombres
las más débiles siempre son reemplazadas
porque terminan rompiéndose incluso antes de colocarlas en la pared
y todas ellas terminan deteriorándose solas,
por su vanidad y soberbia,
piensan que tienen a los hombres a sus pies,
y que no ocupan realizar esfuerzo alguno,
se van descuidando ellas mismas...

Pero un hombre nunca les ayudaría,

porque no sabría como.

Simplemente las observa,

él sabe cual es la función de las mujeres y no la cuestiona,
les admira y les respeta.

No hay mucho que decir, simplemente están,
un hombre no cambiaría una baldosa rota o vieja,
sería incapaz...

Pero si la situación fuera al revés
una mujer no lo pensaría dos veces.

He ahí la triste realidad, de amar algo tan frío...