domingo, 30 de octubre de 2016

Comienzo a odiar los domingos

Esos días donde tienes el golpe de realidad, esos días que despertar es solo un proceso burdo, sin sentido, la vida duele estos días, los pulmones llenos de un aire viciado, del ambiente que tu mismo ser emana.

Porque yo soy así,
tonto, sencillamente tonto,
mi estado de ánimo es predecible
me duele si me golpean,
sangro si me cortan,
pero no está bien quejarse, suelen decir.

¿Que es correcto?
Mentirse día a día,
todos los días perdemos realidad.


lunes, 24 de octubre de 2016

domingo, 16 de octubre de 2016

Cada domingo...

Cada domingo malgasto la mitad del día pensando en porque no estamos desayunando juntos. Cada mañana trato de recordar que fue lo último que te dije, si hice algo mal, el porque de ver cada domingo el mismo muro; con la apariencia de haberlo terminado con prisa, como si ambos fuéramos una especie de polimorfos que cada domingo nos convirtiéramos en bestias que solo buscan saciar su instinto de depredadores, como si inconscientemente nos protegiéramos el uno al otro de nosotros mismos.

Cada domingo tengo que cargar con mi sentimiento de culpabilidad, con la necesidad de disculparme por algo de lo que no estoy para nada consiente, algo que no recuerdo, pero sé que hice, esa incertidumbre de haber echado todo a perder, algo que no se puede reparar con un desayuno, un buen café y la charla posterior al desayuno, esa charla tan sincera; llena de realidad, pero cada domingo es inevitable andar a gatas en el abismo de los pensamientos que nublan mi poca habilidad de enfocarme.

Cada domingo por las mañanas te extraño,
Cada domingo a la hora de ver el televisor necesito escuchar como me llamas para que te ayude con cualquier cosa, que podrías hacer tú misma; si te esforzaras, pero aún así me pides que lo haga, porque sabes que así se tira el muro, así se termina mi culpa de no poder descifrar lo que está mal, así pasamos por alto que no desayunamos juntos por culpa de mi resaca, así es como funciona esto, y aunque no sé si cada domingo volverás por las noches con la cabeza despejada y una sonrisa sincera; porque al atravesar esa puerta sabes que todo estará bien, porque sabes que siempre compro cerveza y vino, vuelvas o no, y sí, lo sé, no es una buena costumbre, yo también lo odio.

Algo un poco Bukowski, pero hoy es domingo y no sé donde estás.