lunes, 30 de enero de 2017

La niebla vuelve

Despertar de un salto, con la respiración forzada, sofocado por la bruma, tan espesa como la recordaba, y la recordaba con su cabello largo, sentada en un banquillo mirandome fijamente, podía sentirlo, estaba enojada, tanto que yo sabía que lo que seguía no iba a ser nada bueno. Tome un segundo, me repuse, volví en mi y me senté a un lado de la cama, mirandola, esperando que ella hablara, pero no lo iba a hacer, me puse mis zapatos y me dirigí a la cocina para buscar algo de beber.

Al volver a la habitación ahí estaba ella, en bragas, su cabello desaliñado y aún enojada, le acerqué el vaso de agua y ella dio un sorbo, lo dejo y por fin comenzó a hablar:
-Eres un imbécil, no lo olvides.
-Vamos, no puedes estar enojada para siempre.
-Tú crees que puedes ir por la vida como si nada pasara, ¿no?.
-Tú sabes que no puedo evitarlo, dejo que las cosas sucedan.
-Entonces, deja que me vaya, no puedo seguir contigo.
-No te puedo obligar, ¿Sabes?
-Eres un imbécil.
-Supongo que eso es todo.
Y así es como terminó todo esa noche, ella volvió a la cama, pero esta vez fui yo quien se sento en el banquillo, y me quedé viendola mientras dormía.

En mi vida volvería a ver un culo así, ni tampoco su espalda, tampoco un cabello tan largo y oscuro, tan libre y profundo, la mirada penetrante. Eras una fiel compañera, pero yo era el mejor en la rutina, llegar a casa, un beso en la frente y esperar la cena, cuando me pedías algo; te lo daba, no pensaba mucho en ti, yo aseguraba que no era necesario, puesto que rara vez había problemas, en el fondo me gustaba no hablar, solo sentarnos después de un largo día de trabajo, recostar nuestras cabezas uno sobre el otro, y suspirar. El alcohol nunca nos ayudo, siempre estaba demasiado borracho como para decirte que te amaba, siempre en el momento perfecto, yo no estaba completo. Pero la verdad es que estaba enamorado, como la primera vez.

Ese fue el último día que la vi, y hoy es difícil pensar en ti.

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